📖 Versículo clave:
"Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras."
(Apocalipsis 2:4-5)
Reflexión:
El primer amor es ese fuego ardiente que sentimos al inicio de nuestra relación con Dios: buscábamos su presencia con alegría, pasábamos horas en oración sin mirar el reloj, leíamos su Palabra con hambre y hablábamos de Cristo con todos, sin temor ni vergüenza. Ese amor no era frío ni tibio, sino una pasión genuina que nos impulsaba a poner a Jesús en el centro de todo. Sin embargo, con el paso del tiempo, la rutina, el cansancio, las luchas y las distracciones de la vida muchas veces apagan ese fuego y caemos en una relación superficial, donde cumplimos con lo externo pero sin la misma pasión interna.
Cuando Jesús habla a la iglesia de Éfeso en Apocalipsis, no está reprochando sus obras, porque seguían sirviendo y trabajando para Él, sino que señala algo más profundo: habían dejado el amor verdadero que daba sentido a todo lo que hacían. Esto nos muestra que podemos estar ocupados en las cosas de Dios, pero sin estar cerca del Dios de las cosas. Podemos servir, predicar o cantar, pero si el amor inicial no está en nuestro corazón, se convierte en rutina vacía.
El llamado de Cristo es claro: recuerda, arrepiéntete y haz las primeras obras. Recordar implica traer a la memoria lo que un día vivimos, ese gozo de la salvación que nos llenaba el alma. Arrepentirse es reconocer que hemos dejado enfriar nuestra relación y volvernos a Dios con sinceridad. Hacer las primeras obras significa retomar esas prácticas que mantenían viva nuestra pasión: orar con entrega, leer la Palabra con hambre, adorar con gratitud y servir con amor.
Regresar al primer amor no es volver a una emoción pasajera, sino a una entrega genuina y fresca en la que Jesús ocupa el primer lugar. Cuando lo hacemos, experimentamos de nuevo su paz, su gozo y su presencia que nos fortalece en medio de cualquier circunstancia. El Señor no quiere una relación distante, quiere un corazón encendido y una vida que arda de amor por Él cada día.
Oración:
Señor amado, reconozco que en ocasiones he dejado que el ruido de la vida apague mi pasión por Ti. Perdóname por haber dejado mi primer amor y enséñame a volver a ese fuego que un día encendiste en mi corazón. Restaura mi fe, renueva mi deseo de buscarte y haz que cada día sea una oportunidad para amarte con todo mi ser. Aviva mi espíritu y haz que nunca me aparte de tu presencia. En el nombre de Jesús, amén.
COMPARTE ESTE DEVOCIONAL CON ALGUIEN MÁS, SEGURO NECESITA LEERLO.
0 Comentarios