📖 Versículo clave:
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino hacéos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.”
Mateo 6:19-20 (RVR1960)
Reflexión:
Jesús nos invita a mirar más allá de lo visible, a no poner nuestro corazón en las cosas pasajeras de este mundo. Las riquezas, los logros y los bienes materiales pueden ser buenos y útiles, pero son temporales. Tarde o temprano, se desgastan o desaparecen.
En cambio, los “tesoros en el cielo” son las obras que hacemos con amor, fe y obediencia al Señor. Cada acto de bondad, cada palabra de aliento, cada sacrificio hecho en secreto, y cada momento en que elegimos la voluntad de Dios sobre la nuestra, se convierte en una inversión eterna.
El verdadero valor de la vida no se mide por lo que poseemos, sino por lo que sembramos en los demás y en el Reino de Dios. Cuando nuestro corazón está enfocado en el cielo, nuestras prioridades cambian. Buscamos agradar a Dios antes que impresionar a las personas, y servimos con gratitud, no por recompensa terrenal.
Oración:
Señor, gracias por recordarme que mi verdadera riqueza está en Ti. Ayúdame a no vivir aferrado a lo material ni a lo temporal, sino a invertir mi vida en aquello que tiene valor eterno. Enséñame a amar, servir y dar con alegría, sabiendo que cada acto de fe construye un tesoro en el cielo. En el nombre de Jesús, amén.
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