Versículo clave:
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” (Proverbios 4:23, RVR1960)
Reflexión:
El corazón, en la Biblia, representa el centro de nuestra vida espiritual: nuestros pensamientos, emociones, deseos e intenciones. Lo que permitimos que entre en nuestro corazón determinará lo que saldrá de él. Jesús mismo enseñó que del corazón salen las palabras y las acciones que pueden edificar o destruir (Mateo 12:34-35).
Guardar el corazón significa protegerlo de la amargura, del resentimiento, del odio, del orgullo y de toda contaminación que pueda apartarnos de Dios. Así como una ciudad antigua levantaba murallas para impedir que el enemigo entrara, así también nosotros debemos levantar murallas espirituales con la oración, la Palabra de Dios y la obediencia para que nuestro corazón se mantenga puro.
La vida cristiana no se trata solo de lo que hacemos externamente, sino de lo que cultivamos en lo interno. Un corazón limpio produce palabras sabias, pensamientos santos y acciones que glorifican al Señor. Cuando descuidamos el corazón, fácilmente caemos en tentaciones y nos desviamos. Pero cuando lo guardamos, encontramos paz, fortaleza y dirección en todo lo que hacemos.
Hoy Dios te invita a examinar tu corazón: ¿qué estás dejando entrar? ¿Qué pensamientos están gobernando tus emociones? Decide poner a Cristo como guardián de tu corazón, porque de él fluye la vida misma.
Oración:
Señor amado, gracias por recordarme que mi corazón es el manantial de mi vida. Ayúdame a guardarlo de todo lo que no te honra. Límpiame de la amargura, del pecado y de todo pensamiento que me aparte de Ti. Que mi corazón siempre esté lleno de tu paz, tu amor y tu verdad. Sé Tú el guardián de mi vida interior. Amén.
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