Versículo clave:
“Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”
— 2 Corintios 12:10 (RVR1960)
Reflexión:
Vivimos en un mundo que glorifica la fuerza, la autosuficiencia y el éxito visible. Desde niños nos enseñan que debemos ser fuertes, que llorar es signo de debilidad y que mostrar nuestras luchas nos hace vulnerables. Pero el Reino de Dios opera bajo principios completamente diferentes.
El apóstol Pablo había experimentado muchas cosas: visiones celestiales, revelaciones profundas, milagros, persecuciones, cárceles… y también una espina en la carne que, aunque no sabemos exactamente qué era, lo mantenía humilde y dependiente de la gracia de Dios. Tres veces pidió al Señor que le quitara esa espina. Pero la respuesta de Dios fue sorprendente:
“Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” (2 Corintios 12:9)
Aquí encontramos una de las verdades más poderosas del evangelio: Dios no necesita nuestra fuerza, necesita nuestra entrega.
💔 Cuando soy débil...
Ser débil no es un defecto en el Reino. Es una plataforma para la manifestación de Dios.
Ser débil no significa rendirse al fracaso, sino rendirse al poder de Cristo.
Cuando reconozco que no tengo las respuestas, cuando dejo de intentar controlarlo todo, cuando admito que mis recursos no alcanzan, entonces el poder de Dios puede operar sin obstáculos en mí.
Pablo entendió esto tan profundamente que llegó a decir: "me gozo en las debilidades." No porque le gustara sufrir, sino porque había descubierto que en esos momentos Cristo se hacía más real, más fuerte y más visible en su vida.
💪 ...Entonces soy fuerte
¿Qué tipo de fuerza es esta? No es la que viene del gimnasio ni de la voluntad humana. Es la fuerza que viene del Espíritu.
Es la fuerza que sostiene al que está quebrantado.
Es la fuerza que levanta al que ya no tiene fuerzas para orar, pero se atreve a decir: “Señor, ayúdame.”
Es en los momentos de debilidad donde Cristo se glorifica más.
Es en nuestras lágrimas donde muchas veces Su consuelo se vuelve más tangible.
Es cuando estamos en el desierto que aprendemos que Él es nuestro maná diario y no simplemente una opción entre muchas.
Aplicación práctica:
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¿Qué áreas de tu vida estás intentando sostener en tus propias fuerzas?
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¿Estás luchando contra algo que parece más grande que tú?
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¿Has sentido que no eres suficiente para lo que Dios te ha llamado?
Hoy, en lugar de ocultar tu debilidad, preséntasela al Señor.
No necesitas impresionar a Dios. Él no es atraído por tu rendimiento, sino por tu corazón sincero.
Oración:
Señor, gracias porque no me pides ser fuerte por mí mismo. Gracias porque tu poder se perfecciona en mi debilidad. Hoy vengo a ti con mis luchas, mis vacíos, mis temores… y descanso en tu gracia.
Hazte fuerte en mí. Que otros no vean mi capacidad, sino tu poder operando a través de mí.
Que tu gloria se manifieste en mi fragilidad. En el nombre de Jesús, amén.
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