📖Versículo clave:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.”
— Juan 10:27 (RVR1960)
Reflexión:
Escuchar la voz de Dios es una de las mayores bendiciones de la vida cristiana. Él no es un Dios lejano ni indiferente, sino un Padre cercano que guía a sus hijos con amor. Sin embargo, muchas veces el ruido de este mundo, nuestras preocupaciones y la falta de tiempo en su presencia nos impiden percibir su dirección.
La voz de Dios puede llegar a nosotros de diferentes maneras: a través de su Palabra, en la oración, por medio de la paz que Él pone en nuestro corazón, o incluso usando a otras personas para confirmarnos su voluntad. Pero para distinguir su voz es necesario cultivar una relación íntima con Él, aprender a estar en silencio y obedecer lo que ya nos ha hablado.
Cuando aprendemos a escuchar a Dios, nuestra vida cobra claridad, nuestros pasos son firmes y nuestro corazón experimenta descanso, porque sabemos que estamos caminando bajo su dirección perfecta.
Oración:
Señor, gracias porque sigues hablando a tus hijos. Enséñame a distinguir tu voz en medio de tantas distracciones y a obedecer lo que tú me digas. Ayúdame a tener un corazón sensible, dispuesto a escucharte en todo momento. Que mi vida sea guiada siempre por tu Palabra y por tu Espíritu. Amén.
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